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«Ya pues, Loro, ¡SE besemos!»

El título de la nota refiere a una construcción lingüista relacionada con un episodio vivido por una pareja de jóvenes. Tal construcción es, a la vez, una expresión extraña y corriente por la connotación y la época en la que se desarrolla la historia y por el error de concordancia o discordancia, propio del lenguaje popular extendido en áreas rurales y urbanas populares de las poblaciones del sur de Bolivia.

Una de las particularidades propias del castellano popular o de los sectores poco ilustrados del sur de Bolivia que abarca el departamento de Tarija, algunas provincias chuquisaqueñas aledañas a Tarija. Asimismo, dicha particularidad resulta bastante común en el norte de la república Argentina. Se trata del error de concordancia[1] que articula o, mejor dicho, confunde, el singular con el plural o lo masculino con lo femenino. En nuestro caso el singular SE con el plural BESEMOS. En esa tesitura, resultan corrientes las expresiones tales como: «SE hemos ido» o, curiosamente, «Nosotros SE hemos ido», por «NOS hemos ido» o «nosotros NOS hemos ido». Este fenómeno se extiende a otras expresiones como «SE vemos», «SE cambiemos», «SE escribamos», etc. Y no solamente en el norte argentino, sino en la capital; así, uno de los tangos más famosos y emblemáticos como Cambalache, compuesto en 1934, en letra y música, por Enrique Santos Discépolo, en una de las versiones interpretada por el uruguayo Julio Sosa[2] (https://www.youtube.com/watch?v=v2szhmZbOsQ&t=159s), dice en una de sus estrofas:

¡Siglo veinte, cambalache

Problemático y febril!

El que no llora no mama

Y el que no afana es un gil!

¡Dale nomás!

¡Dale que va!

¡Que allá en el horno

SE vamo a encontrar![3]

Lo expuesto explica acerca de lo que queremos contar, con la aclaración de que no tenemos la intención ni pretendemos exponer sobre filología y gramática hispánica, tampoco sobre el género musical del tango, y menos profundizar sobre el origen de las comunes discordancias o errores de concordancia del castellano popular.

Ahora bien, yendo al meollo del asunto, los años 70 del pasado siglo, fueron de grandes cambios en la población de Bermejo, provocados por los cambios en la dinámica económica y demográfica, derivados de la paulatina modificación de la matriz económica-productiva, es decir, la sustitución de la actividad petrolera, que dio origen a la población bermejeña, por la creciente dinámica agroindustrial, plasmada en el funcionamiento de los ingenios azucareros Stephen Leight y Moto Méndez. Tal fenómeno derivó en el desmantelamiento de la actividad petrolera y, consecuentemente, la transferencia de muchos de sus trabajadores a otros distritos o departamentos, lo que algunos denominaron el «éxodo bermejeño». De esa manera numerosos trabajadores fueron transferidos principalmente a Santa Cruz de la Sierra y a Camiri (departamento de Santa Cruz). Los trabajadores y sus familias cambiaron de residencia, lo que implicó que tengan que desenvolverse en nuevos entornos culturales, quizás el más cercano, pero también con algunas diferencias, en términos culturales, resultaba el de Camiri.

Así, muchos niños y jóvenes bermejeños se incorporaron a nuevas escuelas o colegios. En el caso de Camiri, se inscribieron mayormente en las entidades educativas que poseía YPFB: Escuela Héroes del Chaco, Escuela José Manuel Aponte y el Colegio Secundario Abel Iturralde, equivalentes camireños de las escuelas bermejeñas: 6 de agosto, Eduardo Avaroa, y el Colegio Secundario Fray Bernardino de Nino.

En ese contexto, los niños y jóvenes experimentaron o se encontraron con algunas nuevas pautas culturales y apreciaron también muchas similitudes. Lo que nos da pie a contar algo muy relacionado con lo descrito en los primeros párrafos de esta nota.

Carmela Zuleta, una joven y simpática morena bermejeña cursaba sus estudios en el citado colegio mixto Abel Iturralde, que funcionaba en horario vespertino. Allí tuvo compañeras y compañeros y comenzó a tener sus primeros romances; de ese modo, inició una relación con un compañero de curso de nombre Wildo Urzagaste y de apodo Loro. La flamante pareja[4] disfrutaba de las veladas en las plazas de Camiri, una de las más visitadas era la plaza del barrio Obrero, conocida popularmente como la «plaza de los bueyes», pues tenía como monumento central una yunta de bueyes; la plaza se encontraba en las inmediaciones del colegio nombrado.

Al parecer el enamorado resultaba, en apariencia, un tanto tímido, inhibido y reservado, abismalmente diferente del carácter y temperamento de la bermejeña. De tal manera que, en uno de los paseos por la mencionada plaza, y al percibir el mutismo del joven, la enamorada le espetó de manera súbita: «ya pues, Loro, ¡SE besemos!». La exclamación alude a pedido, clamoroso ante la inacción o la poca emoción de Loro por su enamorada. Posiblemente había otras formas de interpelar ese momento talvez angustioso y especial para la morena, que tuviera quizás mayor fuerza cuestionadora e interpeladora, una de ellas podría haber sido a modo de interrogación «Loro, ¿por qué no me besas?[5], otra bajo forma o un pedido relativamente imperativo como «Bésame mucho», título del bolero, compuesto por la mexicana Consuelo Velásquez, o, en su defecto, «Loro, ¿por qué no SE besamos?», lo cual obligaba a una respuesta relativamente clara o evasiva. Y quizás la respuesta evasiva en implícita tenía relación en el título del vals, compuesto por Homero Manzi en la década del 20 del pasado siglo, titulado, precisamente «¿Por qué no me besas?», cuya letra enuncia:

Se extinguió, mi ilusión,
Y ensombrecida
Mi alma afligida,
Memora siempre, tu amor que murió.
Un día cruel, comprendí,
Los besos fríos, de tus desvíos
Y desde entonces, me entristecí.

Dame un beso, te dije ferviente
Y un beso sin fuego pusiste en mi frente,
Cual ave siniestra, la duda asomó
Y volando lenta, muy lenta bajó.
Como del parque callado
Me fui aquel beso, su dardo aguzado,
En mi alma amorosa, clavó sin piedad
Y no tuve fuerzas para verte más.

Nuestro amor
Fue una flor,
Que una mañana
Abrió galana,
Y marchitaron
Los rayos del sol.
Lirio azul
Que murió,
Aquella tarde
Cuando cobarde,
Mi primer sueño
De amor feneció.

Fue tu exhausto amor, mi fe
Que a mi corazón, lo mató
Y a mi alma, sin sol la dejó.
Y aquel beso tímido
En mi doliente vida estará,
Como una espina cruel
Que no podré arrancar.

En todo caso, con seguridad que la sorpresa y perplejidad del joven debió ser inimaginable ante la curiosa e insólita expresión «Ya pues, Loro, SE besemos» dicha con desparpajo y osadía poco comunes en esos tiempos y por la situación de incomodidad que le provocaba. La expresión resultaba poco usual en un entorno camba, pero también fácil de reconocer de dónde procedía la persona que se expresaba de tal manera.

Sin embargo, como sucede en un ambiente juvenil de muchas bromas y chanzas, Wildo Urzagaste no tardó en contar la experiencia a sus amigos y compañeros, remarcando el «Ya pues, Loro, SE besemos», lo que provocó hilaridad general y burlas reiteradas. La poca privacidad de Loro, obviamente, reflejaba con veracidad que no guardaba ningún entusiasmo y empatía por su pareja. El clamor de Carmela reflejaba una intuición y el dolor que le provocaba el desamor de su pareja.

No se conoce si la bermejeña superó esa forma errónea de construir las oraciones, dado que muchos años después, en cuanto su padre se hubo jubilado de su trabajo en YPFB, ella y su familia se establecieron en la ciudad de Tarija, lugar en que mucha gente usa corrientemente las oraciones y frases con errores de discordancia, incluso los universitarios y profesionales.

  1. Según el Diccionario panhispánico de dudas (https://www.rae.es/dpd/concordancia) de la Real Academia de la lengua española, concordancia: «… Es la coincidencia obligada de determinados accidentes gramaticales (género, número y persona) entre distintos elementos variables de la oración. Se pueden distinguir dos tipos de concordancia: a) Concordancia nominal (coincidencia de género y número). b) Concordancia verbal (coincidencia de número y persona).». «Es la obligada coincidencia entre diferentes variables de la oración. Este fenómeno gramatical relaciona diversos elementos como: sujeto y verbo, sustantivo y adjetivo, sustantivo y pronombre, entre otros. Las discordancias, por el contrario, son errores que se cometen al no respetar la concordancia de número, género o tiempo.» (https://www.uandes.cl/wp-content/uploads/2022/03/Discordancia2020.pdf)
  2. Versión grabada en 1964 por Julio Sosa y la Orquesta de Leopoldo Federico con el sello CBS-Columbia. En la versión grabada por el mismo Julio Sosa y la Orquesta de Armando Pontier, el año 1958, con el sello CBS-Columbia, no dice «SE Vamos a encontrar», sino «NOS Vamos a encontrar»; en la versión de 1958 «… incorporó el “SE vamo a encontrar”, cuando la versión original decía “NOS vamo a encontrar”». (https://www.diarioandino.com.ar/noticias/2012/08/31/88552-una-pequena-historia-para-compartir-los-cambios-en-la-letra-de-cambalache.).
  3. Negritas nuestras.
  4. Por motivos obvios no se mencionan los nombres verdaderos de los implicados en esta historia.
  5. Homero Manzi, poeta y también autor de muchos tangos como Che bandoneónDesagravioFuimosMañana zarpa un barco y Mi noche triste son algunos de los tangos, junto a inolvidables valses y candombes.

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